Conociendo un hato llanero

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Nathan y Roja pasaron el broche y entraron al hato.

Lo primero que encontraron fue la caballeriza, un espacio repleto de garabatos, sillas, aperos. Nathan notó de inmediato los chinchorros recogidos en el centro, suspendidos casi del techo, enrollados en sí mismos, formando un gran nudo colgante.

—¿Qué son los nudos que penden del techo? —preguntó—.

—Son chinchorros, la cama por excelencia del llanero.

—¿En eso duermen? ¿En esa red?

—Por supuesto. El llanero sabe dormir en chinchorro, atravesado y sin almohada descansa cómodamente. Se acomoda de tal forma que no necesita nada más. El chinchorro es su cama y su almohada al mismo tiempo. Se profundiza y despierta cuando el gallo canta a las cuatro de la mañana para tomar un buen café cerrero. Cuando el llanero monta su caballo y agarra un rumbo, a veces desconocido, lleva con él su pollero, su machete y su chinchorro. Bueno y otras cosas, dependiendo el motivo de su partida, pero jamás olvida su chinchorro.  Pero antes quiero aclararle que el chinchorro no es una red. Bueno, si es una red, pero no para pescar. De hecho, el origen de su nombre es ese; antes era un barco de pesca, luego se llamó así a la red para pescar y por la forma similar se adoptó el nombre. Es una red tejida en nylon o en hilo, usada para dormir o descansar. Se diferencia de la hamaca porque esta es de tela, mullida, no elástica y abierta como el chinchorro. Es tan común el chinchorro en Llanuralandia, que me atrevo a decir que en un setenta por ciento de las fincas aún no hay camas. 

—¡Qué extraño! Un día intentaré dormir en un chinchorro. Pero ¿no es este un lugar para caballos?

—Las caballerizas son los lugares donde se ensillan y desensillan los caballos, sí. También el sitio donde se guardan los aperos, sí. Pero más que eso es una zona de tertulia, dormitorio, bienvenida y despedida.  A las caballerizas llega el llanero después de sus faenas y de allí mismo parte montando su caballo. A ella regresa a dormir en su chinchorro, pero antes conversa, hace chistes, cuenta historias y narra las aventuras de sus días. Las caballerizas no serían lo que son sin los chinchorros, porque además de recogerse y reposar, se utilizan para cavilar, meditar, especular, interceder, soñar despierto, proyectar, componer canciones, estudiar, adormecer a los pequeños y para concebirlos también. 

—Lo que mis padres hacían en los árboles —dijo Nathan con una risita maliciosa—.

—¡Vamos, más pa´dentro—dijo Roja— le muestro el resto del hato.

—¡Vamos!

Atravesaron la caballeriza y el patio. El koala saltó y se puso detrás de Roja, temblando y sofocado. De pronto exclamó:

—¡Una caja encendida! ¡Oh, por Dios! ¡Se incendia la casa! —Gritó Nathan atemorizado y con fobia total a los incendios—

—¡No se me barajuste cuñao! —Gritó Roja, interponiéndose entre el koala y la candela— Es una estufa de leña. ¿No ha visto nunca una? Es usted muy palero, chico ¿no hay estufas de leña en Australia?

—No. Yo vi solo eléctricas o de gas.

—¡Pija! Esta es una cocina llanera. Es cocina y el salón grande es el comedor. La caja que lo asusta está llena de madera seca, de leña, y encima, sobre los redondeles se ponen las ollas para cocer los alimentos.

—¿Siempre está encendida?

—La mayor parte del tiempo. Todos los días, cuando canta el gallo, a las cuatro de la mañana la doña hace u organiza la hechura del café. Se atizan y encienden los fogones y se ponen las ollas con agua para el desayuno de todos los que estén en el hato.

—¿Tan temprano?

—En el llano, normalmente, se desayuna a las seis de la mañana, porque los días son muy trajinados y se necesita energía para trabajar el llano. Pero le estaba diciendo que se encienden los fogones y se prepara bastante comida. Que sobre, porque si llega alguien más, se le ofrecerá comida. El llano es sinónimo de comida, cuñao. Por eso siempre hay una gran despensa.

—¿Una despensa llena de comida?

—Si. El mismo hato es una despensa. La mayoría del alimento se produce en esta tierra y lo que no, se trae en avionetas desde los municipios cercanos. El alimento que se cultiva en las fincas o en los hatos se guarda en trojas. Una troja es una casita de madera que se levanta como a cincuenta centímetros del piso. En ella se almacena todo. Más adelante seguro vemos una. Pero le venía diciendo que la cocina, como todos los rincones del hato, tiene un papel protagónico. El llanero habla mucho, necesita expresar. Expresar sus sentimientos, sus emociones, sus ideas y si no tiene nada que contar hará una broma, pero callado no se queda.  Así, que en la cocina pasa algo similar que en la caballeriza. Mientras se cocina se canta, se cuenta un cuento o se reza, pero silencio no se guarda. Si no hablan ellos, habla la loza esmaltada que raspa contra los platones en los que se lava o contra el piso cuando se cae, por eso siempre está toda escascarada. ja, ja, ja, ja, ja—carcajeó Roja. 

—¿Por eso hay un área de cultivo allá afuera?

—¡Exacto! Eso que ve es un "conuco". Es una vieja palabra, de origen indígena, que significa el lugar donde se siembran los alimentos. Aquí en Llanuralandia se emplea aún y así se llama al espacio de la tierra donde se siembra una variedad de productos. Aquí, en este hato siembran plátano, topocho, banano, yuca, maíz, caña de azúcar, ahuyama y otras. No pueden faltar los árboles frutales, los cuales parecen brotar del suelo, por eso no es raro que en las casas de Llanuralandia haya mangos, papayas, mamoncillos, pomarrosas, mereyes, icacos, guamas, naranjas, mandarinas, limatones, limas, guayabas amarillas, aguacates y muchas otras que hacen parte de la gastronomía. También son comunes las parchas.

—¿Parchas?

—Espere se la muestro. 

 

Roja invitó a Nathan a probar una parcha que bajaron de un árbol del patio de la casa. Nathan no pudo describir el sabor de la fruta, cuyo aspecto era más parecido a un maracuyá, pero gigante. Sin embargo, la sintió más dulce que ácida, del aspecto de la granadilla, pero blanca y con un toque que la hizo muy especial a su paladar. 

 

Roja le explicó que en algunas regiones llaneras y no llaneras, como por ejemplo en Venezuela, le dicen "parchita" a lo que nosotros llamamos: "maracuyá". Pero no hacen referencia a esta fruta que están degustando. 

 

Se sentaron a la sombra de un Saman a comer frutas porque estaban agotados. Tuvieron una larga travesía y prácticamente desde la llegada de Nathan, no pararon. Nathan, en Australia se alimentaba sólo de eucaliptos, pero como en Llanuralandia no los hay, Roja lo invitó a probar las delicias de esa tierra.

 

Y fue así como Nathan, el koala, aprendió sobre la gastronomía llanera.